}

domingo, 7 de enero de 2018

POLEAS TENDINOSAS Y ESCALADA: PATHOMECHANISM (MECANISMO DE PATOLOGÍA)



1-      Conceptos generales
2-      Pathomechanism
3-      Poleas y Fuerza de agarre
4-      Vendajes



En esta entrada voy a hablaros cuáles son los mecanismos por los que se puede romper una polea, y para ello es muy importante entender cómo funcionan estas estructuras mecánicamente. En el anterior post explicábamos que la función de las poleas es mantener los tendones flexores pegados a los huesos de tal manera que sea posible la flexión de las diferentes articulaciones falángicas y no se produzca la cuerda de arco. Imaginemos por un momento que no tuviésemos ninguna polea, entonces, nuestros tendones tenderían a ir en línea recta desde su inserción hasta su origen, y si eso ocurriese con nuestras articulaciones en flexión nuestros tendones se separarían centímetros de nuestros huesos de la mano.

Ilustración 1: Neumann, D. (2002). Kinesiology of the Musculoskeletal 
System. Foundations for Physical Rehabilitation. Missouri: Mosby.


Entendiendo estos conceptos podemos vislumbrar que cada vez que los tendones generan tensión, traccionan sobre las poleas en mayor o menor medida dependiendo del valor de la tensión (fuerza) de los tendones y el ángulo con el que estos tiren de la polea en cuestión, produciéndose un torque o momento lineal determinado.

Tolerancia a la carga y stiffness:
En base a los estudios de (Lin, Cooney, Amadio, & An, 1990) podemos repasar las propiedades mecánicas de las diferentes poleas, en este caso de las poleas a2, a3 y a4 que son las que más nos interesan, al ser las únicas con roturas documentadas en escalada deportiva.
La polea a2 es la que tiene un pico más alto de rotura siendo de 407,49 N, sin embargo, en relación a la longitud de tejido es de 27,71 N/mm. Su stiffness (rigidez) es de 135,34 N/mm es decir, necesita 135,34 N para elongarse 1 mm.
La a4 tolera una carga máxima de 209,57 N, y en relación a la longitud de tejido 34,20 N/mm, Su stiffness es 167,99 N/mm. Por lo tanto, es la polea más rígida y la que más carga tolera por superficie, pero no la más resistente en términos absolutos ya que es menor en tamaño que la a2.
La polea a3 es la menos rígida (22N/mm) probablemente debido a que se inserta en la placa palmar a diferencia de la a2 y a4 que se insertan en el hueso. Su carga máxima es de 47,8 N y de 22,20 N/mm por longitud de tejido.

Pathomechanics (mecanismos de patología):
La tensión recibida en cada polea va a depender de la tensión que generen los tendones del flexor superficial y del flexor profundo en relación al ángulo de la articulación interfalángica proximal (PIP), de esta manera, las diferentes posiciones de agarre dadas van a influir notablemente en la tensión que va a sufrir cada polea. 

Ilustración 2: Agarre en extensión y agarre en arqueo.
Se puede apreciar claramente la variación del ángulo
 de la articulación interfalángica proximal (PIP)


El agarre en arqueo provoca una tensión 36 y 4 veces mayor en las poleas a2 y a4 respectivamente que el agarre en extensión (Vigouroux, Quaine, Labarre-Vila, & Moutet, 2006), lo cual encaja con que gran porcentaje de roturas de polea ocurren durante el arqueo. Sin embargo algunos sujetos analizados alcanzaban valores muy superiores (hasta 398,4 N en a4) a los anteriormente mencionados de máxima tolerancia ante la rotura, lo cual sugiere que en escaladores experimentados se pueden sufrir adaptaciones que hagan las poleas más resistentes, que es justo lo que demuestra el estudio de (Schreiber, Allenspach, Seifert, & Schweizer, 2015) donde se observan claras adaptaciones estructurales en las poleas de escaladores experimentados. En base a estos datos podemos concluir que el ángulo en el que se encuentre la articulación interfalángica proximal (α) durante el agarre va a determinar el ángulo formado entre el tendón y la polea (β) el cual va a ser determinante en el riesgo de sufrir un desgarro.

Ilustración 3: Angulo de la articulación interfalángica proximal (PIP) y
ángulo entre el tendón y la polea a2 (β) (Roloff, Schoffl, Vigouroux, & Quaine, 2006)

Sin embargo, es probable que la tracción a la que esté sometida una polea no sea la única variable mecánica para que se produzca un desgarro, el rozamiento entre el tendón y la polea también puede influir. La disposición de las fibras de las poleas facilita el deslizamiento cuando el tendón se mueve en sentido concéntrico y aumenta el rozamiento cuando el tendón se mueve en sentido excéntrico, este fenómeno fue bautizado como “mecanismo de compresión del tendón” (TCM) y contribuye a la fuerza de agarre isométrica y excéntrica. Este rozamiento entre las poleas y el tendón fue cuantificado por (Schweizer, Frank, Ochsner, & Jacob, 2003) demostrando que la fuerza en excéntrico en la articulación interfalangica proximal (PIP) era un 29,9 % mayor que en régimen concéntrico. Estos datos pueden sugerir que en el mecanismo de lesión de polea a2 puede influir notablemente la fricción producida en una fase excéntrica, como demuestran (Schoffl et al., 2009) quienes observan que la polea a2 necesita menos carga para romper cuando la contracción es excéntrica que cuando es concéntrica.

Ilustración 4: Fricción tendón-polea (Schweizer et al., 2003)

 
Viendo que una fase excéntrica de la articulación interfalángica proximal (PIP) puede ser un factor de riesgo importante, tenemos que prestar atención a evitarlo especialmente cuando se traten de contracciones con cargas máximas. Cada vez que el agarre en arqueo cede y se abre a un agarre en semiarqueo o extensión se está produciendo esta fase excéntrica. En este sentido debemos tener cuidado cuando se produce un ciclo de estiramiento-acortamiento (cea) en las articulaciones que intervienen en la tracción (una dominada rápida, por ejemplo) ya que estos gestos pueden producir fuertes picos puntuales como podemos observar en la gráfica de más abajo que corresponde a una serie de dominadas en una regleta de 15 mm.

Ilustración 5: Grafica F-t para una serie de dominadas a máxima velocidad.


Otro factor que debemos tener en cuenta es el efecto cuadriga, este fenómeno ocurre cuando tiramos de algunos dedos estando los colindantes a un ángulo de flexión mayor (tridedos, bidedos y monodedos) y consiste en una contribución pasiva a la fuerza (Alvarez, 2017) gracias al estiramiento de los músculos lumbricales de la palma de la mano, lo cual también supone un mayor estrés mecánico en el sistema polea-tendón.



 BIBLIOGRAFÍA:


Alvarez, C. (2017). Efecto cuadriga. Investigación sin publicar.
Lin, G.-T., Cooney, W., Amadio, P. C., & An, K.-N. (1990). Mechanical properties of human pulleys. The Journal of Hand Surgery: British & European Volume, 15(4), 429-434.
Neumann, D. (2002). Kinesiology of the Musculoskeletal System. Foundations for Physical Rehabilitation. Missouri: Mosby.
Roloff, I., Schoffl, V. R., Vigouroux, L., & Quaine, F. (2006). Biomechanical model for the determination of the forces acting on the finger pulley system. J Biomech, 39(5), 915-923. doi:10.1016/j.jbiomech.2005.01.028
Schoffl, I., Oppelt, K., Jungert, J., Schweizer, A., Bayer, T., Neuhuber, W., & Schoffl, V. (2009). The influence of concentric and eccentric loading on the finger pulley system. J Biomech, 42(13), 2124-2128. doi:10.1016/j.jbiomech.2009.05.033
Schreiber, T., Allenspach, P., Seifert, B., & Schweizer, A. (2015). Connective tissue adaptations in the fingers of performance sport climbers. Eur J Sport Sci, 15(8), 696-702. doi:10.1080/17461391.2015.1048747
Schweizer, A., Frank, O., Ochsner, P., & Jacob, H. (2003). Friction between human finger flexor tendons and pulleys at high loads. Journal of biomechanics, 36(1), 63-71.
Vigouroux, L., Quaine, F., Labarre-Vila, A., & Moutet, F. (2006). Estimation of finger muscle tendon tensions and pulley forces during specific sport-climbing grip techniques. J Biomech, 39(14), 2583-2592. doi:10.1016/j.jbiomech.2005.08.027

No hay comentarios:

Publicar un comentario